Sentados en una mesa dos sabios
griegos llamados Jenófanes y Parménides acompañados de una solitaria lámpara de
aceite que alumbra la silenciosa oscuridad, dialogan sobre Cipriani un cardenal
religioso de un país llamado Perú.
Jenófanes: ¿Qué piensas sobre las opiniones de este personaje
religioso llamado Cipriani?
Parménides: Me pregunto de dónde obtiene aquella autoridad para cuestionar
la forma como un pueblo quiere usar su libertad, cuando el pueblo no ejerció su
libertad para elegirlo a él.
Jenófanes: Mi amigo, la autoridad de Cipriani no funciona bajo los
principios de la democracia como en nuestra querida Grecia, aquí la autoridad
religiosa no la elige el pueblo. La gente no decide en asuntos de fe. El poder de Cipriani es por tradición y costumbre, la libertad y la razón
no cuentan.
Parménides: Debo entonces suponer que aquella tradición, hace que
Cipriani considere que es el único con el poder y la capacidad de hablar, de sentirse un
vocero oficial del Dios Católico. Entonces
si Cipriani no es la voz de Dios, y solo representa la tradición, pues sin
costumbre y tradición no tendría poder, ¿Dónde está la auténtica voz de Dios?
Jenófanes: Los católicos dicen, que su Dios vive entre los
humildes, los pobres y los que sufren.
Parménides: Según eso, pienso que los homosexuales han sufrido,
sufren ahora y tal vez sigan sufriendo. Si el Dios de los católicos está entre
los que sufren. ¿Quizá si escuchamos atentamente a los homosexuales encontremos
allí la voz de ese Dios?
Jenófanes: Indudablemente pensar eso es más razonable, que pensar
que la voz de Cipriani es la voz de Dios.
Parménides: Si se ve tan sencillo alcanzar esta verdad ¿Porque los
católicos no lo ven de ese modo?
Jenófanes: Son cosas que ignoro mi querido amigo, pero así como el
dinero mal empleado afecta los sentidos de las personas volviéndolas mudas,
sordas y ciegas; una fe que no reflexiona y no se critica así misma ocasiona lo
mismo.
Parménides: Se me ocurre que los llamados conquistadores enseñaron
a este pueblo a creer en la creencia de un Dios, pero quizá lo esencial era
enseñarles a buscarlo en todas las cosas, alcanzarlo con
el uso de su inteligencia.
Jenófanes: Es posible. Pero finalmente, ¿Qué piensas ahora de
Cipriani?
Parménides: Creo que es fácil suponer que se es la única luz en un lugar donde reina la oscuridad de la
razón.
Jenófanes: Tanto como esta pequeña lámpara cree ser el sol en este
cuarto sumergido en la penumbra.